La Idea de Europa ) de George Steiner
Hasta un niño europeo se inclina bajo el peso del pasado, como tantas veces hace bajo el de la mochila escolar sobrecargada. Caminando cansinamente por la Rue Descartes, cruzando el ponte Vecchio o pasando ante la casa de Rembrandt en Amsterdam, cuántas veces no me abrumó, incluso en sentido físico, la pregunta «¿Para qué? ¿Qué puede añadir cualquiera de nosotros a las inmensidades del pasado europeo?» Cuando Paul Celan se arroja al Sena para suicidarse, escoge el punto exacto celebrado en la gran balada de Apollinaire, un punto situado bajo las ventanas de la habitación en la que Tsvietáieva pasó su última noche antes de regresar a la desolación y a la muerte en la Unión Soviética. Un europeo culto queda atrapado en la telaraña de un in memoriam a la vez luminoso y asfixiante. Pág. 45 |