La hija del clérigo de George Orwell
Su imaginación se debatió con aquella dificultad, aunque comprendía que no tenía solución. Vio con claridad que no había nada que pudiera sustituir a la fe, ni la aceptación pagana de la vida como algo autosuficiente, ni las animosas bobadas panteístas, ni la pseudoreligión del progreso con sus imágenes de utopías deslumbrantes y hormigueros de acero y cemento. Es todo o nada. O la vida en la tierra es la preparación del algo mayor y más duradero, o carece de sentido y es sombría y terrible.
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