El amarillo no existe de Gema Vadillo
-¿Cuántas personas has visto? -preguntó agitada. -Pe... pe... ro-balbuceaba. Sentía que en cualquier momento podía soltarme y hacer que me diera un golpe fuerte en la cabe- za contra el mármol del lavabo. Y ¿qué narices? ¿Tenía las piernas dentro de un espejo y esta chica esperaba que hablase con claridad? -¡¡Contesta!! -¡Cuatro! ¡Cua... cuatro! -grité. ¡Y Judith, he quedado con ella! -grité aún más fuerte. -¡¡¿Qué Judith?!! -repuso, cada vez más violenta. -¡La chica de la habitación, Judith! -Creo que no había nadie más en el baño. ¡Que la conozco! ¡No voy a decir nada, lo pro- meto! -¿Funcionó eso? Es que esa chica me iba a sacar los dientes de un puñetazo. |