Mientras te esperaba de Gema Samaro
Eduardo se encontró una noche de verano a Blas cuando apenas tenía un par de semanas, solo y abandonado, junto a un arbolucho y sin pensarlo decidió llevárselo a casa. Ese minino asustado, hambriento y triste le conmovió tan profundamente que le faltó tiempo para cogerlo en su regazo y prometerle que jamás volvería a sentirse así. Desde entonces estaban juntos, eran familia, se cuidaban, se protegían, se daban afecto, se querían y se necesitaban. Y desde luego que Eduardo estaba dispuesto a hacer todo por él, por Blas, por su amigo y su gato (…) |