Gail McHugh
El sexo es y siempre será donde siempre encuentro el control, un escondite oculto que me mantiene benigna del cáncer que habitará para siempre los rincones oscuros y raídos de mis pensamientos. Empecé a los catorce años y, desde entonces, he abusado, amado, deseado y odiado el sexo de formas que la mayoría de las personas ni se imaginan. Les explotaría la cabeza. Lo he entregado sin sentir absolutamente nada por la persona que lo recibía y, en muchas ocasiones, lo he aceptado de personas que sabía que no me soportaban.
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