Gabriela Mistral, poemas ilustrados de Gabriela Mistral
Él pasó con otra; Yo le vi pasar. Siempre dulce el viento Y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros Le vieron pasar! |
Gabriela Mistral, poemas ilustrados de Gabriela Mistral
Él pasó con otra; Yo le vi pasar. Siempre dulce el viento Y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros Le vieron pasar! |
Tala de Gabriela Mistral
Nocturno de la consumación Hace tanto que masco tinieblas, que la dicha no sé reaprender; tanto tiempo que piso las lavas que olvidaron vellones los pies; tantos años que muerdo el desierto... |
Tala de Gabriela Mistral
LA FUGA Madre mía, en el sueño ando por paisajes cardenosos: un monte negro que se contornea siempre, para alcanzar el otro monte; y en el que sigue estás tú vagamente, pero siempre hay otro monte redondo que circundar, para pagar el paso al monte de tu gozo y de mi gozo. Mas, a trechos tú misma vas haciendo el camino de juegos y de expolios. Vamos las dos sintiéndonos, sabiéndonos, mas no podemos vernos en los ojos, y no podemos trocarnos palabra, cual la Eurídice y el Orfeo solos, las dos cumpliendo un voto o un castigo, ambas con pies y con acento rotos. Pero a veces no vas al lado mío: te llevo en mí, en un peso angustioso y amoroso a la vez, como pobre hijo galeoto a su padre galeoto, y hay que enhebrar los cerros repetidos, sin decir el secreto doloroso: que yo te llevo hurtada a dioses crueles y que vamos a un Dios que es de nosotros. Y otras veces ni estás cerro adelante, ni vas conmigo, ni vas en mi soplo: te has disuelto con niebla en las montañas, te has cedido al paisaje cardenoso. Y me das unas voces de sarcasmo desde tres puntos, y en dolor me rompo, porque mi cuerpo es uno, el que me diste, y tú eres un agua de cien ojos, y eres un paisaje de mil brazos, nunca más lo que son los amorosos: un pecho vivo sobre un pecho vivo, nudo de bronce ablandado en sollozo. Y nunca estamos, nunca nos quedamos, como dicen que quedan los gloriosos, delante de su Dios, en dos anillos de luz o en dos medallones absortos, ensartados en un rayo de gloria o acostados en un cauce de oro. O te busco, y no sabes que te busco, o vas conmigo, y no te veo el rostro; o vas en mí por terrible convenio; sin responderme con tu cuerpo sordo, siempre por el rosario de los cerros, que cobran sangre para entregar gozo, y hacen danzar en torno a cada uno, ¡hasta el momento de la sien ardiendo, del cascabel de la antigua demencia y de la trampa en el vórtice rojo! + Leer más |
Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología de Gabriela Mistral
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo; deja revolverlo sobre tu regazo. Juega tú a ser hoja y yo a ser rocío: y en tus brazos locos tenme suspendido. Madrecita mía, todito mi mundo, déjame decirte los cariños sumos. |
Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología de Gabriela Mistral
Si yo te odiara, mi odio te daría en las palabras, rotundo y seguro; pero te amo y mi amor no se confía a este hablar de los hombres, tan oscuro. Tú lo quisieras vuelto en alarido, y viene de tan hondo que ha deshecho su quemante raudal, desfallecido, antes de la garganta, antes del pecho. Estoy lo mismo que estanque colmado y te parezco un surtidor inerte. ¡Todo por mi callar atribulado que es más atroz que el entrar en la muerte! |
Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología de Gabriela Mistral
Se va de ti mi cuerpo gota a gota. Se va mi cara en un óleo sordo; se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo. ¡Se te va todo, se nos va todo! Se va mi voz, que te hacía campana cerrada a cuanto no somos nosotros. Se van mis gestos que se devanaban, en lanzaderas, debajo tus ojos. Y se te va la mirada que entrega, cuando te mira, el enebro y el olmo. Me voy de ti con tus mismos alientos: como humedad de tu cuerpo evaporo. Me voy de ti con vigilia y con sueño, y en tu recuerdo más fiel ya me borro. Y en tu memoria me vuelvo como esos que no nacieron ni en llanos ni en sotos. Sangre sería y me fuese en las palmas de tu labor, y en tu boca de mosto. Tu entraña fuese, y sería quemada en marchas tuyas que nunca más oigo, ¡y en tu pasión que retumba en la noche como demencia de mares solos! ¡Se nos va todo, se nos va todo! |
Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología de Gabriela Mistral
Tú no oprimas mis manos. Llegará el duradero tiempo de reposar con mucho polvo y sombra en los entretejidos dedos. Y dirías: «No puedo amarla, porque ya se desgranaron como mieses sus dedos». Tú no beses mi boca. Vendrá el instante lleno de luz menguada, en que estaré sin labios sobre un mojado suelo. Y dirías: «La amé, pero no puedo amarla más, ahora que no aspira el olor de retamas de mi beso». Y me angustiara oyéndote, y hablaras loco y ciego, que mi mano será sobre tu frente cuando rompan mis dedos, y bajará sobre tu cara llena de ansia mi aliento. No me toques, por tanto. Mentiría al decir que te entrego mi amor en estos brazos extendidos, en mi boca, en mi cuello, y tú, al creer que lo bebiste todo, te engañarías como un niño ciego. Porque mi amor no es sólo esta gavilla reacia y fatigada de mi cuerpo, que tiembla entera al roce del cilicio y que se me rezaga en todo vuelo. Es lo que está en el beso, y no es el labio; lo que rompe la voz, y no es el pecho: ¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome el gajo de las carnes, volandero! + Leer más |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
No te amarán, creyéndote desvalida; hasta creerán que tienen el deber de serte piadosos. Pero, en verdad, tú serás la misericordia cuando con tu mirada, viviendo entre ellos, sosiegues su corazón.
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En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
-Yo tampoco odio ya -dijo ella-, y soy roja como una herida porque he padecido, y me pusieron junto a ti porque pedí amarte. -Yo te quisiera más próxima -respondí-, sobre mis brazos, los que nunca te estrecharon. -Yo te quisiera -respondió- sobre mi corazón, en el lugar de mi corazón que tuvo la quemadura de tu odio. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Palidezco si él sufre dentro de mí; dolorida voy de su presión recóndita y podría morir a un solo movimiento de este a quien no veo. Pero no creáis que únicamente estará trenzado con mis entrañas mientras lo guarde. Cuando vaya libre por los caminos, aunque esté lejos, el viento que lo azote me rasgará las carnes y su grito pasará también por mi garganta. ¡Mi llanto y mi sonrisa comenzarán en tu rostro, hijo mío! |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Me ha besado y ya soy otra: otra por el latido que duplica el de mis venas y por el aliento que se percibe entre mi aliento. Mi vientre ya es noble como mi corazón... Y hasta encuentro en mi hálito una exhalación de flores: ¡todo por aquel que descansa en mis entrañas blandamente, como el rocío sobre la hierba! |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
¿A qué vino de tan lejos si viaja llevando su alma? a los que nacen o mueren, a los que arriban o zarpan, y aunque son muchos sus días ¡no se cansa, no se cansa! |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Te espero sin plazo y sin tiempo. No temas noche, neblina ni aguacero. Ven igual con sendero o sin sendero. Llámame adonde tú eres, alma mía, y marcha recto hacia mí, compañero. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
[...] a la marcha sin camino, a los nombres sin las cosas y a la partida sin el arribo fuimos niños, fuimos niños, inconstantes y desvariados. Y baldíos regresamos, ¡tan rendidos y sin logro!, balbuceando nombre de "patrias" a las que nunca arribamos. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Hincho mi corazón para que entre como cascada ardiente el Universo. El nuevo día llega y su llegada me deja sin aliento. Canto como la gruta que es colmada canto mi día nuevo. Por la gracia perdida y recobrada humilde soy sin dar y recibiendo hasta que la Gorgona de la noche va, derrotada, huyendo. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Siento mi corazón en la dulzura fundirse como ceras: son un óleo tardo y no un vino mis venas, y siento que mi vida se va huyendo callada y dulce como la gacela. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
[...] también me voy, también de ti, aunque fui tuya y eres mía. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Lo esperamos sumidos en la noche, pero volvió como el que vuelve a amar y regresó como el que mucho ama, y con él van y van llegando. |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
[...] ¡tanto, Dios mío, que me sobra mi vida desde el primer día! |
En verso y prosa - Antología de Gabriela Mistral
Y no llores si no te respondo porque mi culpa fue la palabra. Pero dame la tuya, la tuya [...] |
La edad de la inocencia