Pinceladas de azabache de Gabriela Exilart
Querido hijo. Hace tanto que no recibo noticias tuyas que temo que algo te haya ocurrido. ¿O me castigas nuevamente por mi falta? He cometido errores, tu eres un hombre generoso y comprensivo, y se que en el fondo aun nos amas. Deja de lado tu orgullo y responde a esta vieja que no hace mas que pensar en ti. Tu padre ha desmejorado. Ya no sale de la casa y ha cerrado la joyería. Si, aunque te cueste creerlo, el negocio de tantos años ha cerrado sus puertas para siempre. El último empleado no hizo más que robarnos y Verner decidió claudicar, en todos los sentidos. Apenas come, y pasa horas con la vista perdida ante el ventanal. María dice que esta esperando tu regreso, ya que por momentos sus ojos se iluminan y extiende los brazos, como si alguien viniera a su encuentro. Yo creo que es la parca que esta rondando la casa. Nadie nos visita, dado que las últimas personas que lo hicieron huyeron despavoridas ante la agresividad de tu padre, que no quiere ver a nadie. No intento con estas palabras darte lastima, seria triste que vinieras por eso. Sin embargo, recuerda que eres lo único que adoramos en este mundo. Vuelve a casa, tu casa. Imagino las penurias por las que has pasado, sin sentido, cuando toda una fortuna te pertenece. ven con tu esposa y olvida los viejos rencores. Te esperamos.
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