La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara
"... yo era periodista de policiales en un diario grande y él era funcionario de la SIDE. Nos habíamos conocido cuando me habían mandado a cubrir un caso horrible, el asesinato de una adolescente pobre en una fiesta de adolescentes ricos. «El homicidio», decía Daniel, que no siempre le temía a los lugares comunes, «a veces es un mal necesario». Pero haber llenado a una pendeja de merca para después llenarla de leche y vaciarla de sangre desgarrándola como «si una manada de tigres se hubiera cogido a una cierva mientras se la desayunaba», hasta que estuvo casi muerta y haberla enterrado cuando estaba casi viva no le parecía propio del reino de la necesidad…"
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