Gabriel Celaya
EL NIÑO QUE YA NO SOY Logré el uso de razón. Perdí el uso del misterio. Desde entonces, la evidencia, siempre rara, me da miedo. Me da miedo cuando ladra en la perrera mi perro. Quizá me esté saludando. Mas no lo entiendo. No entiendo. El niño que fui recuerda. Me trabaja como un hueco. El niño que fui me llama a gritos con su silencio. Me he mirado en mis retratos, de marinera, riendo con rizos rubios y un aire impertinente y despierto. ¿Quién eras tú? ¿Qué sabías? Ahora sólo siento sueño. Me aturde tu desafío y tu risa me da miedo. Ya no puedo, sin romperlos, atravesar los espejos. Mi sistema no funciona como solía. Lo siento. Si funcionara, quizá no escribiría estos versos. Lloraría de otro modo. Lo diría todo en perro. Pero me creo que soy algo más que un niño muerto, y como estoy medio calvo me hago bucles con mis versos |