Cuenta a las abejas que me fui de Diana Gabaldon
Pero la guerra es la guerra, Sassenach. El honor sólo te hace un poco más fácil soportarte a ti mismo después.
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Cuenta a las abejas que me fui de Diana Gabaldon
Pero la guerra es la guerra, Sassenach. El honor sólo te hace un poco más fácil soportarte a ti mismo después.
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Forastera de Diana Gabaldon
Puedo soportar mi propio dolor pero no podría aguantar el tuyo. No tengo fuerzas suficientes.
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Siete piedras para resistir o caer de Diana Gabaldon
Había visto luciérnagas en una o dos ocasiones en Alemania, pero nunca tantas. Eran mágicas, puras como la luz de la luna.
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Cuenta a las abejas que me fui de Diana Gabaldon
A William lo habían educado para mostrarse cortés incluso en las circunstancias más desfavorables, y por eso se limitó a pinchar con el tenedor un poco de carne de conejo en lugar de utilizarlo para clavarselo a Fungo en la garganta...
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La cruz ardiente de Diana Gabaldon
—. ¿No es extraño que los cherokees tengan las mismas ideas que los escoceses de las montañas? —¡Oh!, no tanto. —Jamie señaló con un gesto el bosque oscuro, más allá del pequeño círculo de luz que irradiaba la fogata—. Ellos llevan el mismo tipo de vida que nosotros, ¿no? Son cazadores y habitantes de la montaña. Pueden haber visto las mismas cosas que nosotros. |
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Así había sido y volvería a ser. Pues los hombres siempre combatían por lo mismo: el hogar y la familia.
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La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Hay una diferencia entre crueldad y necesidad. —Sí —dijo Jamie, casi para sus adentros—. Y una línea muy delgada, quizá, entre un monstruo y un héroe. |
Viajera de Diana Gabaldon
Una dama novelista me dijo que escribir novelas era arte de caníbales, pues uno mezcla con frecuencia pequeñas porciones de sus amigos y sus enemigos, los sazona con imaginación y permite que todo eso se cocine en un sabroso guisado.
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Cuenta a las abejas que me fui de Diana Gabaldon
Les diré una sola cosa a todos ustedes, a charaidean. Y no es una frase mía, sino algo que decían nuestros antepasados, hace cuatrocientos años.- (...) mientras queden al menos cien de nosotros con vida, jamás nos someteremos al dominio inglés. No es en verdad, por la gloria, ni por las riquezas, ni por los honores por lo que luchamos (...) sino por la libertad, sólo por ella, que ningún hombre honrado entrega salvo con la vida misma. |
Tambores de otoño de Diana Gabaldon
Donde vayas, iré; donde vivas, viviré; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios. Cuando mueras, yo moriré y allí seré enterrada. En una colina de Escocia o en los montes del sur. Harás lo que tengas que hacer y yo estaré ahí.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?