Que se levanten los muertos de Fred Vargas
Lo único que se le ocurría a un hombre con el agua al cuello era buscar otro hombre también con el agua al cuello. Porque frecuentar a los que han tenido éxito cuando uno ha fracasado en todo a los treinta y cinco años, agria el carácter. Por supuesto, al principio distrae, hace soñar, anima. Después exaspera y por último agria. Suele pasar.
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