La escritura de Frank Báez puede resumirse en una intención —una filosofía de vida, o un compromiso con la transparencia, quizás, aunque eso sonó muy solemne, y nada más lejano a este libro—: contar historias con libertad y desparpajo y brillar por la gracia del tono autocrítico en el que se empaca todo. Ahí está la magia, creo yo, de la prosa del autor caribeño: ser capaz de reírse de sí mismo y así quitarle al lector la incomodidad de la vergüenza ajena. Contar la vida sin tomárselo todo muy en serio, pero con el propósito de encontrar lo valioso y lo bello en la ironía y lo absurdo. En “Lo que trajo el mar”, Báez construye a partir de retazos —que fluctúan entre el género periodístico y el narrativo— una historia de su vida. Pero no se trata de una autobiografía de grandes logros o momentos memorables, sino de un rompecabezas que se arma a partir de tropiezos y pequeñas cápsulas de nostalgia por el pasado —por la juventud y la inocencia y la estupidez del adulto incipiente—, así como de descubrimientos y aprendizajes. En estos relatos Báez se voltea y mira atrás para hurgar en sus recuerdos y contarnos —como si fuéramos sus amigos— anécdotas personales que van desde la admiración romántica a la literaria, de momentos de comunión espiritual en un concierto a una crítica de las generalizaciones estereotipadas de los países del caribe, y más. En síntesis, esta colección antológica constituye un libro para leer con calma y sin apuros, y con la voluntad para dejarse meter en el mundo del autor, de sus creencias y sus miedos y sus historias que —si uno lo piensa mejor— son las de todos nosotros, los que vivimos la experiencia humana en América Latina. Le agradezco a Babelio y a Laguna Libros por hacerme llegar esta copia de “Lo que trajo el mar” como parte de la campaña Masa Crítica Colombia 2021. + Leer más |