El Día que Fuimos Dioses de Francisco Rodríguez Tejedor
¡Qué felices éramos! ¡Qué felices fuimos sin apenas yo saberlo! El amor es como la juventud, que cuando la tienes apenas reparas en ella y en tu inconsciencia puedes hacer las mayores tonterías del mundo. La juventud es como el amor que, cuando se va, sigues oliendo su fragancia durante mucho tiempo, aunque el amor ya no siga allí. Debe ser la oquedad de su presencia que un día nos inundó de esa dicha tan normal entonces y tan preciada ahora.
|