El Día que Fuimos Dioses de Francisco Rodríguez Tejedor
A la lluvia le gustan los ilusos, acaricia con primor su inocencia, y también su vanidad, les ofrece ese bocado de aire húmedo y fresco que te orea por dentro, y te llena de ímpetu y, también, crees tú, de sabiduría, para empezar de nuevo, sin historia, sin pasado, estrenando, otra vez, lleno de ilusión, tu vida.
|