El último caso de
Francisco Marín González
La gente que no tiene hijos no puede entenderlo. Y los que tienen hijos y todo les va bien, tampoco. ¿Sab? Es muy fácil decir: Si el meu fill no estudia, el poso a treballar, o si mi hijo se droga, lo echo de casa. No es así. Los padres no vemos solo a la persona adulta en la que se ha convertido nuestro hijo. Nos acordamos de cuando tenía cuatro años y, recién levantado, venía a buscarnos, a mi mujer y a mí, a nuestro dormitorio y se tumbaba con nosotros y nos comía a besos. Recuerdas su sonrisa infantil, su ilusión por cualquier tontería, su inocencia. Luego llega esta puta sociedad en la que todo se hace por dinero, la necesidad de triunfar, el estrés, las drogas...