El crimen de Fiona Clark de Francisco Marín González
A veces, la respuesta más sencilla y evidente es la verdadera
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El crimen de Fiona Clark de Francisco Marín González
A veces, la respuesta más sencilla y evidente es la verdadera
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El último caso de Francisco Marín González
Él y su egoísmo. Le expliqué que no era una cuestión de dinero, que tenía que elegir.
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El último caso de Francisco Marín González
Matar a alguien es muy fácil, solo hace falta mover un dedo y apretar el gatillo, pero no es tan sencillo asimilar la muerte, con la muerte se acaba todo, ya no hay marcha atrás, no hay segundas oportunidades...
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El último caso de Francisco Marín González
...la belleza o la fealdad de un rostro muchas veces depende de los sentimientos que expresan.
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El último caso de Francisco Marín González
Matar a alguien es muy fácil, solo hace falta mover un dedo y apretar el gatillo, pero no es tan sencillo asimilar la muerte, con la muerte se acaba todo, ya no hay marcha atrás, no hay segundas oportunidades.
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El último caso de Francisco Marín González
Cuidado con la sed de justicia, se puede convertir en sed de sangre. Una célebre frase que se le había quedado grabada en los inicios de su carrera, aunque no recordaba el nombre del autor, quizá un ilustrado francés.
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El último caso de Francisco Marín González
-La vida hace amigos por las circunstancias y deshace amistades -sentenció Vanya.
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El último caso de Francisco Marín González
La gente que no tiene hijos no puede entenderlo. Y los que tienen hijos y todo les va bien, tampoco. ¿Sab? Es muy fácil decir: Si el meu fill no estudia, el poso a treballar, o si mi hijo se droga, lo echo de casa. No es así. Los padres no vemos solo a la persona adulta en la que se ha convertido nuestro hijo. Nos acordamos de cuando tenía cuatro años y, recién levantado, venía a buscarnos, a mi mujer y a mí, a nuestro dormitorio y se tumbaba con nosotros y nos comía a besos. Recuerdas su sonrisa infantil, su ilusión por cualquier tontería, su inocencia. Luego llega esta puta sociedad en la que todo se hace por dinero, la necesidad de triunfar, el estrés, las drogas...
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El último caso de Francisco Marín González
¡En fin, un desastre! Ya ve, nos pasamos toda la vida trabajando y, cuando llegamos a una edad en la que podemos disfrutar de cierta tranquilidad, te llega un hijo y te da más preocupaciones y dolores de cabeza de los que has tenido en tu vida.
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El último caso de Francisco Marín González
Cherchez la femme, Zarco recordó la frase en lengua francesa que hiciera célebre su adorado Hércules Poirot para indicar que detrás de cualquier asunto oscuro hay una mujer, bien como ejecutora, bien como cómplice o instigadora.
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El último caso de Francisco Marín González
Claro. Y, al fin y al cabo, esto son cuatro días, como se suele decir. Todo el mundo se casa o se empareja porque le interesa algo del otro. Bien su físico, su forma de ser, su popularidad, su dinero...
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El último caso de Francisco Marín González
Antes existía un expediente de papel que el juzgado remitía al fiscal y este luego lo devolvía al juzgado. Ahora, los traslados se hacían telemáticamente, con lo cual existía una documentación digital y, además, había que imprimir un expediente para el juez, otro para el fiscal y otro que se agenciaban los abogados para su uso privativo. El plan para digitalizar la justicia había triplicado el uso del papel.
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El último caso de Francisco Marín González
Por otro lado, si desechamos la intervención de una organización criminal, las sospechas siempre recaen en alguien del círculo cercano o que haya tenido alguna relación con la víctima, bien un familiar, un trabajador o alguien que haya acudido a su casa para hacer algún trabajo.
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El caso Demichellis de Francisco Marín González
Si los humanos expresarámos de viva voz todos los pensamientos que pasan por nuestra cabeza, la gran mayoría estaríamos internados en un psiquiátrico. Todos tenemos ideas raras, miedos, fantasías y locuras. Lo que diferencia a las personas cuerdas es que reprimen estos fantasmas.
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El caso Demichellis de Francisco Marín González
Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
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El caso Demichellis de Francisco Marín González
¿A alguien se le ocurriría dejarse sacar una muela por una persona elegida por sorteo de entre el censo electoral? ¿Alguien dejaría que le arreglase su coche una persona elegida al azar? Seguramente en ambos casos preferiríamos un dentista o un mecánico con experiencia. Sin embargo, la Justicia parecía que la podía impartir cualquiera. Elegimos nueve personas por sorteo cuyo conocimiento sobre el funcinamiento de los tribunales procede de las series de televisión, les explicamos someramente el principio de presunción de inocencia, por si no lo han asimilado con las series, y hala, a decidir si condenan o absuelven a alguien de la comisión de un homicidio.
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