Morirse es de mal gusto de Francesc Marí
—A la de tres —dijo Melvin dispuesto a adentrarse en la siguiente sala. —Pero ¿contamos hasta tres y a la de tres entramos, o a la de cuatro? — preguntó Kenneth. —¿Cómo? —preguntó Melvin completamente descolocado, sin comprender exactamente a qué se refería el actor. —¿Decimos "uno, dos y tres" y entramos, o decimos "uno, dos, tres" y entramos a la de cuatro? —preguntó Kenneth intentando aclarar su planteamiento. —Da igual. —Pero tenemos que hacerlo a la vez. —Sí, pero da igual. —No, porque si tú entras a la de tres y yo a la de cuatro, tú entrarás antes. Melvin puso los ojos en blanco y se frotó la cara con ambas manos. Por un segundo comprendió los constantes insultos que Edna dedicaba a su marido. |