La virgen de tus ojos de Florencia Etcheves
—Uf, no empecemos, Juánez. Hace un calor demencial. Apenas llegué, me tuve que bancar los gritos de la madre de la piba. Se suponía que hoy empezaban mis vacaciones, y aquí me ves, con las manos en la masa —dijo agitando sus manos, con los guantes manchados de sangre. —A ella no le va mejor —remató Juánez |