Aquí hay dragones: La historia de La Diana I de Florencia Bonelli
Vuk era un hombre de oscuridades tan profundas que resultaba imposible acertar dónde acababa la fosa en la cual se había perdido su alma y habitaba el dragón que lo dominaba. Creo que esa fosa no tenía fin y que su alma había sido devorada por la bestia, allí donde el mal nunca tocaba fondo. Disfrutaba causando dolor e inspirando miedo. Y era esa misma oscuridad inconmensurable la que a veces elegía mostrar un signo de compasión, casi una burla, como si dijese: ?Puedo ser bueno si quiero; solo que no me divierte?. Sin embargo, esos gestos jamás estuvieron dirigidos a mí. Por alguna razón, yo despertaba la parte más feroz del dragón.
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