Dame placer de Flavia Company
Ella no fingía: sabía volar. Y me quedé en tierra, mirándola alejarse. Abrí el puño y se me fue la vida. Así me di cuenta de que era prestada. Así lo perdí todo. Hasta la esperanza de un refugio en los momentos de mayor dolor. A ver si me entiende, es que ella suponía para mí, ¿cómo lo diría?, una especie de guarida. El contacto de su piel era como sentirme en casa, a salvo.
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