Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
¿Y si el hombre no es un ser miserable, o, por lo menos, todos los hombres? Entonces habría que admitir que nos dominan los prejuicios, los temores vanos, y que uno no debe detenerse ante nada y ante nadie. ¡Obrar: es lo que hay que hacer!
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