El abrazo del monstruo de Félix J. Palma
Controló el ritmo de su respiración, intentando serenarse. La clave estaba en evitar que el miedo se apoderase de él. «El miedo al dolor duele más que el propio dolor —le había dicho el señor Miyagi—. No piense en el dolor, no lo llame, no lo espere, y, cuando llegue, acéptelo.»
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