Una gran novela con iniciativa de carácter filosófico y psicológico. Una obra, que como otras obras del escritor, las leí siendo yo muy joven, pero que volví a releer mucho más adelante. Siempre me gustaron, siempre me entusiasmaron, siempre las sentí como imprescindibles, como solventes acompañantes para entender más y mejor el mundo.
Los hermanos Karamazov de Dostoyevski, una novela que nació para formar parte de la colección denominada Literatura universal, pues es al universo poblado a quien conciernen las pasiones, las dudas, el dolor, el placer, el pecado , los vicios, los celos, el dinero, los bienes materiales y Dios.
Dios como figura a la que negar o acoger, Dios de un modo u otro, formando parte del tejido neuronal y del alma humana.
Quienes pueblan la novela serán obligados por el autor a realizar desnudos integrales, DostoyevskI nos relatará la historia de una familia viviendo en una sociedad claramente decadente, llena de temores, miserias y contradicciones.
Fiodor Pavlovitch, un bebedor lujurioso, sus hijos Dimitri, Iván , Aliocha y el bastardo Smerdiakov, a los que nunca crió, y las mujeres Gruchegnka, una mujer astuta y seductora que enamorará a Dimitri, y Katia, en principio, la prometida de Dimitri. Estos van a ser los personajes principales de la extraordinaria obra.
Cada uno de ellos irá apareciendo en la novela e iremos conociendo y reconociendo las características fundamentales que los acompañarán, y cargarán y llevarán a cuestas el papel que tienen destinado para ser representado en el teatro del mundo, que de forma tan precisa, parece conocer el autor.
Quizá, el hecho muy plausible de que Dostoyevski hubiese tenido conocimiento de la existencia real de alguno de los personajes, habría ayudado a mostrar su perfeccionamiento a la hora de definir y dibujar a alguno de los excelentes personajes que aparecen y se integran en su gran obra, Los Hermanos Karamazov.
Cada una de las figuras que se representan e irán apareciendo a través de las páginas de la novela, serán y aparecerán como esquirlas que hubieran saltado, que se hubieran despegado de un orden social, político y económico, que los fuera expulsando incesantemente para que pudiesen acabar siendo exactamente lo que son. Para, de ese modo, poder representar, sin fisuras, lo que significan, lo que representan El padre, Dimitri, Iván, Aliocha, el bastardo, Gruchebnka y Katia.
El padre, Fiodor Pavlovitch, viudo dos veces y esclavo de sus pasiones, es un borrachín, mujeriego, amoral y decadente.
Dimitri, un ser desmedido, apasionado, violento, pendenciero, irresponsable aunque con un raro sentido del honor y la piedad. Un personaje con dos marcadas vertientes redimido totalmente por el inmenso amor que es capaz de sentir por Gruchebnka.
Iván, un no creyente, un ateo sin concesiones, interesado por ideas y conceptos ilustrados y de carácter filosófico y apegado a los postulados, hijos de los nuevos descubrimientos.
Aliocha, un monje , un creyente sin fisuras de elevados sentimientos, apegado a la idea de Dios, un pacificador, un mediador que intentará inútilmente resolver los desencuentros y la violencia intrínseca en su familia, en la familia Karamazov.
Para la representación femenina, Dostoyevski, en principio, optará por la división clásica y eterna. Gruchebnka, La mujer pérfida, interesada, mujer que no atiende a un solo hombre, y que los utiliza y humilla, vividora, un conjunto de características, que solo casa bien con la palabra hombre.
Luego dará con la prometida de Dimitri, Katia, humilde, comprensiva, buena, abnegada, sumisa y sobre todo, mujer de un solo hombre, al que admirará pese a todos sus vicios y defectos. Aunque finalmente, el desengaño y la frustración absoluta la llevarán a convertirse en un ser desquiciado y vengativo.
Las dos mujeres cambiarán su personalidad con la influencia de Dimitri, el hombre con el que ambas se relacionan. En esta obra, el poder del hombre para cambiar a la mujer, para apartarla de su ser inicial es inequívoco.
Podríamos decir que esta novela es un constante de preguntas, tesis, antítesis y síntesis, aunque la síntesis siempre queda abierta , siempre dando pasos a una nueva pregunta, se pregunta a sabiendas de que no puede haber una contestación absolutamente cierta, la duda es el alimento fundamental que siembra esta novela.
Los frutos de esta siembra tendrán que ser deglutidos y, luego digeridos por cada uno de los lectores de esta inmensidad de obra literaria.
Sin preguntas es imposible avanzar, las respuestas a las preguntas siempre van a dar nacimiento a otras nuevas, es lo que estoy persuadida que intenta Dostoyevski en esta obra.
No pretende darnos respuestas , no lo hace en ningún momento en este libro, sí parece, por el contrario, interesado y mucho, en que consigamos meternos bajo la piel de cada uno de los personajes que van apareciendo en la novela, y así, conseguir al acercarnos , entenderlos y poder vernos inmersos en sus distintas vidas y situaciones.
Tampoco nosotros, aunque consiguiéramos esto último seríamos capaces de responder a las preguntas que nos harían el padre, Dimitri, Iván, Aliocha, el bastardo, Gruchebnka y Katia.
Como puede ocurrir en todo conflicto sin resolución y que va creciendo y desarrollándose en el tiempo, puede darse la violencia más abyecta, en este caso, un parricidio, una ruptura, un ataque a uno de los tabúes mas restrictivos. Parece que una gran escalada de violencia solo puede terminar con una apoteosis, el asesinato, el crimen.
Esta obra es pura esencia, ninguna bagatela la entretiene, va y llega al fondo, nos impele a pensar e incluso , quizá a intentar resolver conflictos de carácter personal o familiar.
Magnífica lectura, me atrevo aún más, necesaria.
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