Federico García Lorca
MENDIGA Ilumina el chaleco y aparta los botones, que después las navajas ya saben el camino. LUNA Pero que tarden mucho en morir. Que la sangre me ponga entre los dedos su delicado silbo. ¡Mira que y mis valles de ceniza despiertan en ansia de esta fuente de chorro estremecido! |