Fanny Rubio
Venus dormida Aunque pinceles amarillos rodaron ya en la tierra sobre las bóvedas caídas, mi pie protesta entre las sábanas. No hay carros llameantes tras el desfile de carrozas al sol de mediodía sino un corcel empecinado y verde que dispersa, cual viento, plumas de ave degollada y el río del revés que fue pleamar de toses me coloca sus algas de peluca. Luego, con las orillas despuentadas, lograron recostarme como una ausencia ecuestre que al fondo se buscase. Todo el no ser echado sobre este omóplato bendito. |