Inundación de Eugenia Almeida
Escribir es ir a una estación de trenes, cualquiera, sin esperar a nadiem sin leer en las pantallas el origen ni el destino, acercarse al andén y ver bajar la gente y ver. Ver sin mirar. Hasta que algo —alguién pero también algo— se desprenda del resto. Algo que nos resulte propio, nuestro. Hasta que una mirada o un objeto o una acción nos llame directamente.
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