El judío errante de Eugène Sue
—Os aseguro señor, –dijo Adriana, emocionada—, que está compañera me honra mas que todo lo que podríais decirme; un corazón que sigue siendo bueno y delicado, a pesar de los crueles infortunios, es un tesoro muy raro. ¡Es muy fácil ser bueno cuando se posee belleza y juventud!, ¡ser delicado y generoso cuando se poseen riquezas! Acepto, pues, vuestra comparación.
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