El sueño de Paloma Sanlúcar de Ernestina Yépiz
Pienso en personajes como Virginia Woolf, en el momento exacto en que por primera vez en meses o posiblemente años, con la pluma todavía en las manos, después de llenar con su letra diminuta las hojas en blanco de decenas de cuadernos, sale de su encierro voluntario: camina río arriba, río abajo y el viento frío le paraliza los huesos; siente el vacío en las bolsas de su abrigo, lo llena con piedras y se sumerge en el agua; mientras los aviones de guerra arrojan bombas, hacen piruetas en el aire y ella se pregunta, ¿qué sentido tiene vivir cercenada por la angustia? Y sin esperar respuesta se sumerge en lo más profundo del río y se deja arrastrar por la corriente.
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