Ready player one de Ernest Cline
Se trataba de un vehículo de dos pisos, con carrocería blindada, cristales antibalas y paneles solares en el techo. Una fortaleza rodante. Mi asiento estaba junto a una ventanilla, dos filas por detrás del conductor, que iba metido dentro de una caja de plexiglás, también antibalas. Un equipo formado por seis guardias armados hasta los dientes realizaba el trayecto en el piso superior, para proteger al vehículo y sus pasajeros en caso de secuestro por parte de agentes de carreteras o forajidos; algo bastante probable cuando nos adentráramos en las tierras baldías y sin ley que se extendían más allá de las ciudades, que seguían siendo reductos relativamente seguros. |