Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque
Fuego graneado, fuego de bloqueo, fuego de cortina, minas, gases, tanques, ametralladoras, granadas de mano… palabras, palabras, pero en ellas se encierra todo el horror de este mundo. Nuestras caras están cubiertas de costras; nuestro pensamiento aniquilado, estamos mortalmente cansados. Cuando llega una orden de ataque debemos despertar a puñetazos a más de uno para que nos siga. Tenemos los ojos inflamados, las manos destrozadas, los codos rotos, las rodillas nos sangran. ¿Pasan semanas, meses, años? Días, tan solo días… vemos desaparecer el tiempo, cerca de nosotros, en los rostros descoloridos de los moribundos; tragamos la comida, corremos, lanzamos granadas, disparamos, matamos, nos tiramos al suelo, estamos extenuados, embrutecidos, y sólo nos sostiene una coa: darnos cuenta de que todavía los hay más extenuados, más embrutecidos, más desvalidos que nosotros; saber que nos miran con los ojos muy abiertos, como si fuéramos dioses, porque hemos escapado tantas veces a la muerte. Pág. 106. |