La espera de Enrique de la Cruz
Ella sabía que volvería, porque un hijo de puta es un hijo de puta por mucho que madrugue, como decía su padre, pero verlo aparecer por el camino, a lomos de su caballo de pelo negro y crines bien peinadas, le hizo estremecer. No venía solo, por supuesto, porque el que nace cobarde, muere cobarde.
|