La asesina ilustrada de Enrique Vila Matas
Cerrar el libro será para el lector como cerrar la losa que cubrirá su tumba.
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La asesina ilustrada de Enrique Vila Matas
Cerrar el libro será para el lector como cerrar la losa que cubrirá su tumba.
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Bartleby y compañía de Enrique Vila Matas
A veces mi humor es como algunos climas, cálido por las tardes y frío por las noches.
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Montevideo de Enrique Vila Matas
La casa del tiempo perdido está cubierta de hiedra, por un lado, y de cenizas, por el otro....
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Montevideo de Enrique Vila Matas
Y luego, empezando a bajar ya por la escalera, me pregunté si hubo alguna vez una explicación que explicara algo....
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Dublinesca de Enrique Vila Matas
Tiene una notable tendencia a leer su vida como un texto literario, a interpretarla con las deformaciones propias del lector empedernido que ha sido durante tantos años.
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Montevideo de Enrique Vila Matas
Uno podía pasar al otro lado. Ocurre en ocasiones que un muro es muro y puerta al mismo tiempo....
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Montevideo de Enrique Vila Matas
Alguien que acababa de colocarse a mi lado, Samuel Branner, una autoridad mundial en el tema de la ambigüedad, me comentó: no hay como no ir nada borracho para acabar pareciéndolo.
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Dublinesca de Enrique Vila Matas
Después de todo, pensó, la religión no sirve para nada, pero el sueño en cambio es muy religioso, siempre será más religioso que todas las religiones, quizá porque cuando se duerme se está más cerca de Dios… Pág. 284. |
Esta bruma insensata de Enrique Vila Matas
Me gustaban personas como Kafka y, siempre que caía extenuado yo de vivir en mi mente, me acordaba de Bolaño que había dicho que la literatura de Kafka era la más esclarecedora y terrible (y también la más humilde) del siglo pasado.
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Dublinesca de Enrique Vila Matas
Oía el profundo rumor del mar de Irlanda y unas palabras que le decían que siempre sería mejor saberse despreciado por todos que estar en lo alto. Porque si uno se ha instalado en lo peor, en la cosa más baja y olvidada de la fortuna, siempre podrá tener aún esperanza y no vivirá con miedo. Ahora comprendía por qué había tenido que situarse a ras de suelo para lograr tener una cierta sensación de supervivencia. No importaba haber envejecido y haberse arruinado y estar en las últimas ya en todo, porque a fin de cuentas el drama le había servido para comprender por qué, dentro de tan conocida nulidad del hombre en general y de la no menos famosa nulidad de su paso por este mundo, existen en todos unos cuantos momentos privilegiados que hay que saber capturar. Y aquél había sido uno de ellos. Lo había, además, ya vivido en un sueño de emoción casi inigualable, hacía do años en un hospital. Aquel era uno de esos instantes preciosos por los que había seguramente luchado, sin saberlo, en los últimos meses. Pág. 304. + Leer más |
Montevideo de Enrique Vila Matas
Todo aquello no podía resultar más sorprendente para mí, tal vez porque llevaba una larga temporada identificando al enigma de Montevideo con el del universo, del mismo modo que la ambigüedad se había convertido para mí en el rasgo más caracterÍstico del mundo en el que estamos.
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Montevideo de Enrique Vila Matas
Para mí, París, en aquella primera estancia de dos años, fue sólo un lugar donde ejercí exclusivamente de vendedor de droga y, durante un breve periodo de tres meses que pasó volando, fui un consumidor habitual de ácido lisérgico, de LSD, lo que me hizo comprender que lo que llamamos «realidad» no es una ciencia exacta, sino más bien un pacto entre mucha gente, entre muchos conjurados que un día en tu ciudad natal, por ejemplo, deciden que la avenida Diagonal es un paseo con árboles cuando en realidad, si tomas tu ácido, puedes ver que es un zoológico atiborrado de fieras y de cotorras con vida propia, todas sueltas, algunas subidas a las copas de los árboles.
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Montevideo de Enrique Vila Matas
Pensé: el mundo está lleno de personas inteligentes a las que arrojas un balón y, en lugar de atraparlo y devolverlo, se quedan con él para luego monólogar y dar signos de no amar la conversación....
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París no se acaba nunca de Enrique Vila Matas
Sólo te queda resistir, no ser como aquellos que, a medida que la intensidad de su imaginación juvenil va decayendo, se acomodan a la realidad y se angustian el resto de su vida.
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París no se acaba nunca de Enrique Vila Matas
Cuando se finge el amor se corre el riesgo de llegar a sentirlo, quien parodia sin las debidas precauciones acaba siendo víctima de su propia astucia.
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Exploradores del abismo de Enrique Vila Matas
Esconderse era el destino de todos esos amantes de la gloria solitaria, todos esos artistas que acabaron necesitando el aislamiento radical porque sabían que eso les aproximaba más al absurdo general de la existencia y a la soledad que tarde o temprano había de llegarles a la hora de la muerte. Solitarios de sí mismos y tenaces exploradores del vacío, todos ellos, un buen día, se fueron en dirección a un horizonte helado, «se fueron lejos para quedarse aquí», que diría Kafka. Pág. 283. |
Montevideo de Enrique Vila Matas
Después del fragmento «París» y de mi fulminante y a veces, sólo a veces, angustioso bloqueo como escritor, tuve la impresión indemostrable de que la gente había empezado a conjurarse para que viviera historias que, a la larga, exigieran de mí que fueran narradas y me devolvieran al «recto camino». Inicié una cierta resistencia a esto, pero me di cuenta de que, con resistencia o sin ella, vivía más para escribir, aunque no escribiera.
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Montevideo de Enrique Vila Matas
La puerta, decía Cirlot, es una invitación a penetrar en el misterio, lo opuesto al muro, que sería lo masculino. Sus palabras no podían ser más aplicables a mi relación hasta entonces con «La puerta condenada». Y pensé que llevaba toda la razón Cirlot cuando decía que las puertas eran umbral, tránsito, pero también parecían ligadas a la idea de casa, patria, mundos que abandonábamos para luego retornar. |
Montevideo de Enrique Vila Matas
Hay un cuento formidable de Julio Cortázar en el que el cuarto de al lado de una habitación de hotel juega un papel fundamental. Es «La puerta condenada», pertenece tanto al mundo de la ficción como al mundo real, y tiene como escenario la ciudad de Montevideo, en Uruguay.
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Gregorio Samsa es un ...