Noviembre de Enrique Redel
Entre ayer y hoy me parece que haya una eternidad aterradora, cada día me siento más miserable que la vísperay, sin poder precisar qué es lo que he perdido, noto que me empobrezco, que cada hora que pasa me roba algo, y me asombro tan solo de tener todavía en el corazón espacio para el sufrimiento. Pero el corazón humano es inagotable para la tristeza: una o dos legrías bastan para colmarlo, mientras que en él pueden darse cita toda las miserias del mundo y vivir como invitadas.
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