Desde el infierno II de Enrique Laso
El alma también puede verse perdida en el Averno por confusión de los actos y/o los deseos del alma inocente en su último estertor
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Desde el infierno II de Enrique Laso
El alma también puede verse perdida en el Averno por confusión de los actos y/o los deseos del alma inocente en su último estertor
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CÓMO HE VENDIDO 500.000 EBOOKS de Enrique Laso
La responsabilidad de lo que te sucede siempre es tuya.
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Los crímenes azules de Enrique Laso
En realidad no nos conocemos ni a nosotros mismos; cómo podemos esperar conocer de verdad a los que nos rodean. El ser humano necesita un espacio de intimidad, una sólida caja fuerte en la que poder guardar sus confidencias, que en algunos es realmente insignificante, mientras que en otros resulta ser descomunal.
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Los crímenes azules de Enrique Laso
Si no fuera por esos instantes dolorosos seríamos incapaces de apreciar las situaciones extraordinarias y fascinantes, cargadas de alegría, que por suerte nos obsequia la existencia.
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CÓMO HE VENDIDO 500.000 EBOOKS de Enrique Laso
mis 20 años de experiencia en marketing han sido claves para poder llegar a vender tantos libros
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Los crímenes azules de Enrique Laso
"Ya le advertí sobre aprender a convivir consigo mismo, con sus errores y aciertos. No se deje vencer por los primeros, pero tampoco se crea maravilloso por los segundos."
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Los crímenes azules de Enrique Laso
Es cierto que dos cadáveres, en la misma zona, y con tan solo una semana de diferencia entre ambos crímenes, llevan de manera irremisible a pensar en una misma persona. Pero en Quántico nos enseñan a no precipitarnos en los juicios de valor. El segundo podría ser obra de un imitador, así de cruel y sencillo.
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Desde el infierno II de Enrique Laso
Nos enfrentamos a un ser maligno que tratará de confundirnos y, si está en la medida de sus posibilidades, de arrebatarnos el alma.
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Desde el infierno de Enrique Laso
La sensación de pérdida era tan acentuada que en ocasiones se miraba a sí mismo en el espejo y apenas se reconocía.
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Este Otoño Acaba Nunca: Una nueva novela negra para el agente del FBI de Enrique Laso
Aquel individuo espigado y flaco, que llevaba ropa sucia y rota, me miró a los ojos durante un largo minuto. Era listo, aunque como me había explicado el ayudante del sheriff jamás, a menos que se pasase doce meses acudiendo cada día a un gimnasio, superaría las pruebas físicas para ser agente de policía.
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Los árboles que olvidaron sus nombres de Enrique Laso
Al amanecer una niebla compacta y gris me impedía ver nada desde mi ventana. Por si fuera poco, una terrible resaca me sacudía el cráneo, como un boxeador que está sufriendo la paliza de su vida. No estaba acostumbrado a beber alcohol, y aunque solo había tomado un par de copas de vino mi cuerpo las había recibido como una intoxicación etílica de primer nivel. Adopté la mejor medida para estas circunstancias: beber agua sin descanso. Salir a correr un rato también era una solución, pero me fallaban tanto las fuerzas como las ganas.
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No cerréis mi tumba de Enrique Laso
Siempre el teléfono móvil acudía en mi auxilio en los momentos más comprometidos.
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Los cadáveres no sueñan de Enrique Laso
El hombre regresó corriendo hasta su casa, mortificado por el recuerdo de aquellos restos, sin tener muy claro cómo habían llegado hasta allí, pero con la certeza de que alguien los había dejado en aquel lugar hacía como mucho unos pocos días. ¿Quién podía haber perturbado aquel paraje idílico? ¿Qué clase de engendro había estado a apenas una milla de su hogar deshaciéndose de aquello? Su maravillosa noche de Acción de Gracias acababa de convertirse en una pesadilla. |
Niños sin ojos de Enrique Laso
No se trata de que nos complazca o no la propuesta, Ethan. La pregunta es: ¿serviría de algo para dar fin a esta pesadilla?
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La nieve más oscura de Enrique Laso
Me quedé petrificado. Era el último lugar que se me hubiese pasado por la cabeza. La ciudad que me vio nacer y crecer. La ciudad en la que había cursado mis estudios de primaria, de secundaria y, por fin, en la que había obtenido mi grado en psicología por la mejor universidad de todo el planeta: Stanford. La ciudad en la que mi padre había perdido la vida, atropellado por un desalmado mientras corría por el arcén. La ciudad que mi madre y yo nos habíamos vistos obligados a abandonar, desolados por el dolor.
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¿Dónde descansan las almas? de Enrique Laso
Yo soy una anomalía en toda esta pesadilla y mi misión es arrojar un poco de luz desde la base de mi experiencia, |
¿Dónde descansan las almas? de Enrique Laso
Nadie merece morir de esa forma tan cruel, pero quizá ella era de las personas que menos lo merecían.
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Libélulas azules de Enrique Laso
Aunque sólo fuera por una temporada, nada menos que un agente especial de la Unidad de Análisis de Conducta ocupando la casa de un asesino condenado y convicto.
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Libélulas azules de Enrique Laso
Nada podía detenerme con 31 años, y mucho menos una cuestión que se había convertido en algo personal, muy personal.
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El rumor de los muertos de Enrique Laso
Sebastián sólo tuvo tiempo de escuchar unas palabras en latín, y luego sintió que no tenía el control de su cuerpo, que se desvanecía y que perdía el sentido.
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La edad de la inocencia