Desde el infierno II de Enrique Laso
Elena ya no pudo conciliar el sueño. El efecto de los tranquilizantes se había disipado nada más escuchar la voz de Carlos que le suplicaba a través de su pequeña radio.
|
Desde el infierno II de Enrique Laso
Elena ya no pudo conciliar el sueño. El efecto de los tranquilizantes se había disipado nada más escuchar la voz de Carlos que le suplicaba a través de su pequeña radio.
|