Una semana en la nieve de Emmanuel Carrère
Estaba sola, muy sola, sin más auxilio que su propio calor y la suavidad de su vientre, en torno al cual se replegaba, donde se cobijaba, castañeándole los dientes, sollozando de miedo y de tristeza, consciente ya de que lo había perdido todo y no obtendría nada a cambio.
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