Las chicas: 748 de Emma Cline
Ellas; la apariencia espantosamente fetal del pollo, el rojo de ese único pezón de la chica. Era todo muy estridente, y puede que por eso no dejara de pensar en ellas. No era capaz de encontrarle el sentido a nada. Por qué necesitaban aquellas chicas comida del contenedor. Quién conducía el autobús, qué clase de gente lo pintaría de un color como ése. Había visto que se querían unas a otras, esas chicas, que habían pasado a tener un contrato familiar: estaban seguras de lo que eran juntas.
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