Cumbres borrascosas de
Emily Brönte
Ahora me demuestras lo cruel que has sido conmigo…, cruel y falsa. ¿Por qué me despreciaste? ¿Por qué traicionaste a tu propio corazón, Cathy? No tengo ni una palabra de consuelo. Te lo mereces. Tú misma te has matado. Sí, puedes besarme y llorar y arrancarme besos y lágrimas: te abrasarán... te condenarán. Tú me amabas, ¿Qué derecho tenías entonces a abandonarme? ¿Qué derecho, respondeme, al pobre capricho que sentías por Linton? Porque ni la miseria, ni la degradación, ni la muerte, nada que Dios o Satanás nos pudiera infligir nos hubiera separado; tú, por tu propia voluntad, lo hiciste. Yo no he roto tu corazón…, tú lo has destrozado y, al hacerlo, has roto el mío. Tanto peor para mí si soy fuerte. ¿Es que quiero vivir? ¿Qué clase de vida será cuando tú?... ¡Oh Dios! ¿Te gustaría vivir con tu alma en la tumba?