La sirena negra de Emilia Pardo Bazán
"No hay nada que así se avenga con ciertos estados de desolación del espíritu, como una puesta de sol, sobre todo en un paisaje pensativo y penetrado de insinuante melancolía. La puesta de sol de aquella tarde era de esas de las cuales se oye decir que si un pintor las traslada al lienzo se lo acusa de falsedad en la visión, por el exagerado romanticismo del colorido y hasta de la forma de las nubes. Anchas barras del más inflamado rubí simulaban inmenso incendio, cuyas llamaradas cortas surgían de un anfiteatro de baluartes del metal oscuro, terrible, que amuralla la siniestra ciudad del Infierno dantesco. Era una puesta de sol de remordimiento, de sudor de sangre de la conciencia." (Pág.70).
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