Teixidor hace un magnífico retrato de un adolescente y su familia en la posguerra: su mundo interior, la lucha entre inocencia y crecimiento, sus dudas y contradicciones. Su corazón aprende con el sufrimiento y las carencias emocionales. A fuerza de sufrir su corazón se hace insensible. Atestigua que la guerra es una enfermedad que siempre deja rastro y que el silencio puede ser a veces la más cruel de las mentiras.
|