En la boca del lobo de Elvira Lindo
La hubiera abrazado, pero hacía tiempo que había dejado de hacerlo, y cuando eso se pierde qué difícil es recuperarlo.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
La hubiera abrazado, pero hacía tiempo que había dejado de hacerlo, y cuando eso se pierde qué difícil es recuperarlo.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
La vida no te da armas para defenderte cuando eres niña, te las concede cuando ya es demasiado tarde.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
La vida no te da armas para defenderte cuando eres niña, te las concede cuando ya es demasiado tarde.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
Escuchaba su risa en la oscuridad y la mía que brotaba por contagio. La hubiera abrazado, pero hacía tiempo que había dejado de hacerlo, y cuando eso se pierde qué difícil es recuperarlo.
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Noches sin dormir de Elvira Lindo
La escritura siempre ha de ser valiente, aunque a costa de eso una se muestre desnuda.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
¿Es nuestro destino desaparecer cuando otros se hagan dueños de nuestro espacio?
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
-Y volverás a adorarla. -¿Tú crees que seré capaz de desalojar tantos fantasmas? Es como si el desconsuelo flotara en este aire, ¿No lo notas tú? La infancia de Guillermina, ese tiempo tan oscuro que ya no va a ser contado, la mansedumbre de mi abuela, a la que ahora siento como la persona más turbia, y luego mi desamparo... ¿Cómo borras todo esto aunque lo eches a la hoguera y pintes las paredes? -No se trata sólo de pintar.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
Pero quiero recordarme y no puedo, hay un manto de olvido que ha cubierto gran parte de mi pasado, como una maleza que me impide el paso. Me veo solitaria entre una abuela ensimismada y una madre ausente.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
Mi madre. Unas veces sufria por mí, y otras tenía el corazón de piedra. Unas, temía perderme; otras, era su estorbo. Esos dos sentimientos contradictorios que albergaba hacia mí, de los que siempre fui consciente a la manera en que los niños perciben cómo se enturbia el cariño, me provocaban inquietud y culpa.
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En la boca del lobo de Elvira Lindo
La vida no te da armas para defenderte cuando eres niña, te las concede cuando ya es demasiado tarde.
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Lugares que no quiero compartir con nadie de Elvira Lindo
El amante de la barra en Nueva York no ha de ser necesariamente un perdedor, un borracho o un desesperado, basta con que tengas ganas de tomarte una copa acompañado, y la barra, en esta ciudad, es un lugar para sentir la cercanía de otros seres humanos que también están solos.
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A corazón abierto de Elvira Lindo
Ahora tenéis que cuidarla, dice alguien. La niña, al oírlo, alberga los dos sentimientos que ya no habrán de abandonarla nunca, el de la responsabilidad y el de la amenaza. La responsabilidad es una presión en el pecho, la amenaza de la muerte, el apretón de una garra en la nuca.
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A corazón abierto de Elvira Lindo
No se puede regresar a los sitios aquejada de una continua melancolía por lo que ya no existe.
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A corazón abierto de Elvira Lindo
Para tranquilizarme, solía decirme que una niña jamás debía tener miedo a la oscuridad porque Jesucristo siempre estaba ahí, sentado en la cama, velando por mi sueño. Yo no quería tener a ese hombre barbudo y vestido con túnica sentado a los pies de la cama.
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A corazón abierto de Elvira Lindo
Hay traumas que en vez de brotar de una experiencia brutal se cuecen a fuego lento hasta conformar nuestro carácter.
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A corazón abierto de Elvira Lindo
¿Cómo va a empatizar con el dolor de los demás aquel a quien no se le ha permitido mostrarlo?
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Una palabra tuya de Elvira Lindo
De pronto, todo el peso de mi vida, de lo que yo había sido y era para los demás se puso sobre mis hombros, y sentí, ya sé que es absurdo, que no va con mi carácter, pero sentí que a lo mejor aquella loca tenía razón, y que por una vez la generosidad consistía en saltarse las normas y los miedos
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Una palabra tuya de Elvira Lindo
no quiero ser esa que se toca por las noches en la soledad del cuarto, en la casa que huele a madre con la cabeza perdida, en la casa que huele a falta de limpieza profunda, que huele a hermana que se quitó de en medio, que huele a padre ausente, traidor, a padre que se fue hace tantos años que ya casi ni puedes acordarte y al que ahora comprendes, por muy hijo de puta que sea, él siguió su deseo, él hizo lo que tú querrías hacer todos los días, dar un portazo y hacer otra vida, ser otro, dejarla, dejar a la mujer buena y simple haciendo malabarismos con sus tres ideas, pero tú no puedes, Rosario, tú no tienes esa suerte, y toda la rebeldía se pudre en tu interior, como un niño que no llegara a nacer, tú fuiste lenta y te quedaste la última y tienes que cargar con ella, maricón el último, y a lo mejor, puede que hasta haya un fondo de bondad en tu interior que te impide hacer lo que estás deseando, irte, o tal vez no sea bondad sino cobardía, o es la certeza de que te comerían los remordimientos, ¿será que no existe la bondad sino el remordimiento? Sabes que no serías capaz de vivir pensando que ella, la madre, da vueltas y vueltas por la casa sin saber ya el camino que recorre en esos cuartos, perdida en setenta metros cuadrados,
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Gregorio Samsa es un ...