Una palabra tuya de Elvira Lindo
Él, el simplón de Morsa, estaba respirando hondo, sintiendo lo que esa mujer a la que él consideraba infinitamente más inteligente y más sensible que él sería incapaz de sentir en todos los días de su vida. Estaba sintiendo con toda su violencia la belleza de lo que tenía delante de los ojos y la cantidad de olores maravillosos que le producían una tristeza que él nunca había sentido. O ahora o nunca, le iba a decir a Rosario, me iba a decir a mí,
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