La coleccionista de huérfanos de Ellen Marie Wiseman
El sol brillaba en el distante horizonte, derramando una pátina amarilla sobre la fresca tarde de otoño. Era el tiempo adecuado para dar un paseo a paso rápido y vigorizante, o para jugar al béisbol callejero. Pero esa tarde no había niños jugando en el callejón, ni carros de reparto sobre el pavimento. No había mujeres cotilleando de ventana a ventana, ni llamando a sus hijos. Una vez más, el vacío del miedo la invadió. Parecía que se acercaba el fin del mundo.
|