Prohibido morir aquí de Elizabeth Taylor
Ya no tendría a nadie a quien acudir en busca de ayuda, nadie que la tomara del brazo para cruzar una calle, nadie que la consolara ni que escuchara sus noticias, buenas o malas. Estaba completamente expuesta a todo: a las manías de otros ancianos, al invierno inminente, a sus propios achaques y dolores, a su soledad…
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