La casa del páramo de Elizabeth Gaskell
De cuando en cuando, una hoja amarilla caía suavemente de algún árbol, sin la menor agresión exterior, solo porque su vida había llegado al límite y debía terminar. Los lejanos y frondosos bosques de color naranja y carmesí eran de una belleza deslumbrante, pero su esplendor parecía señalar el año que declinaba y moría. Aun sin tener el corazón dolorido, la grandiosa solemnidad de la estación conmovió el ánimo y lo serenaba.
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