Toda la verdad de mis mentiras de Elísabet Benavent
Tengo un espacio en el pecho para nuestro abrazo, uno donde no dejo entrar a nadie; uno donde ni siquiera quiero que entre el sol. Tengo el estómago lleno de caricias en tu pelo, la boca empapada de canciones confusas, los ojos ciegos de dormirme pensando que ya superé esta historia. Así que callémonos. Confesemos así lo imposible, sin palabras que le den forma, sin nada que pueda romperse, borrarse, dejar de existir. Seamos, como eso que nadie logra explicar, como el cosquilleo de lo que nadie presagia, como somos cuando no decimos nada. ¿No podríamos ser siempre esos? Esos, pequeña, que lo hacen fácil o difícil, pero en silencio.
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