El arte de engañar al karma de Elísabet Benavent
No habría más de diez personas, pero me sentí como Máximo Décimo Meridio saliendo a luchar con los leones y con tíos con pinta de comer cabezas humanas como aceitunas rellenas.
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El arte de engañar al karma de Elísabet Benavent
No habría más de diez personas, pero me sentí como Máximo Décimo Meridio saliendo a luchar con los leones y con tíos con pinta de comer cabezas humanas como aceitunas rellenas.
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