El diablo también se enamora de Eleanor Rigby
No era bello... Pero qué hermoso era, a su vez. A su modo, natural. El cielo estaba en su mirada, el sol reflejado en su piel, el carbón y la tierra enquistadas en cada punto que formaba su barba, las ondas del mar en el cabello. Era la perfección de la Tierra en un hombre
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