El caso de la mosca dorada de Edmund. CRISPIN
Los pasajeros cruzan orgullosos la verja y se dispersan en todas direcciones en busca de automóviles de alquiler, que en tiempo de guerra cobran tarifas sin distinción de rango, edad o procedencia, pero adhiriéndose incondicionalmente a alguna oscura lógica de su invención. La multitud se disemina y disgrega en la conejera de reliquias, monumentos, templos, colegios, bibliotecas, hoteles, tabernas, sastrerías y librerías que es Oxford, los más listos en busca de un trago, los obstinados batallando con su equipaje rumbo a su último destino.
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