Como escribir teatro: Historia y reglas de dramaturgia de Edgar Ceballos
Viejo, en Dios, que te espera el cementerio, déjate de estas porfías, pues con más razón deberías meterte en un monasterio. ¡Mira tu cabeza, un nevado! Mírate pieza por pieza, y si el juzgar no entorpece, estarías embalsamado. ¿No ves tu frente arrugada y los ojos a la sombra? ¿La mejilla descarnada, y la boca que me asombra? ¿Y esos dientes carcomidos que ya no puedes moverlos, con los labios bien fruncidos y los hombros tan salidos? ¿A quién no espanta el verlos?
|